Por: Carolina Albán
En la evolución de la mujer en la política las mujeres ya no son personajes secundarios, sino, protagonistas principales en el camino y porvenir de una nación.
Cuando nos referimos a la política desde todas sus instancias, podemos decir que el poder se encuentra manejado y liderado, en gran mayoría, por el género masculino, dónde, además, ha prevalecido y aún predomina el síndrome de la discriminación de la mujer, siendo estas, partidarias estratégicas para un mejor desarrollo en la toma de decisiones dentro del concepto de institucionalidad.
Desde los inicios de la creación, la mujer ha sufrido grandes escenas de aislamiento en el campo profesional, social, cultural y de desarrollo sustentable dentro de una sociedad. La idea de catalogar a la mujer como el ser que no contaba con las habilidades y capacidades para poder entablar juicios respecto a los asuntos mediáticos y públicos en su medio y la falta de espacios para debatir en temas constructivos, generaron que la mujer en la antigüedad sea excluida de la educación, el trabajo, y el bien común en la igualdad de sus derechos.
El involucramiento de la mujer en la política se establece a finales del siglo XIX, cuando les fue reconocido el derecho al voto, aunque en algunos Estados el consentimiento a ejercer el voto femenino no llegó hasta mediados del siglo XX. El proceso de modernización capitalista, que favoreció el ingreso de las mujeres al mercado laboral y educativo, motivó a su incorporación masiva, directamente, a diversos movimientos sociales como el campesino, indígena, obrero, estudiantil y urbano popular, desde el cual ellas expusieron sus ideales frente a los Estados autoritarios, imponentes y arbitrarios que predominaban en esas épocas.
Dentro del estudio desarrollado por la ONU MUJERES, en el año 2016, referente al liderazgo y participación política de la mujer a nivel mundial, menciona que solo un “22, 8% por ciento de los parlamentarios nacionales eran mujeres, lo que significa que la proporción de mujeres parlamentarias ha aumentado muy lentamente desde 1995, cuando se situaba en un 11,3%”.
“En enero de 2017, 10 mujeres fueron proclamadas como Jefas de Estado y, al mismo tiempo, se encuentran 9 Jefas de Gobierno. A escala mundial, en junio de 2016 había 38 Estados donde las mujeres representan menos del 10% del total de los parlamentarios en cámaras individuales o cámaras bajas, incluyendo cuatro cámaras sin presencia femenina”.
En el caso de América Latina, en los últimos 40 años, 10 mujeres han sido quienes han liderado los países de esta región. La argentina Isabel Martínez de Perón, la boliviana Lidia Gueiler Tejada, la guyana Janet Rosemberg Jagan, la nicaragüense Violeta Chamorro, la ecuatoriana Rosalía Arteaga, La panameña Mireya Moscoso, la argentina Cristina Fernández de Kirchner, la costarricense Laura Chinchilla, la brasileña Dilma Rouseff, y, actualmente, la chilena Michelle Bachelet, han conseguido inmiscuirse en el tema que, desde todos sus tiempos, ha sido liderado por el género masculino. Esta evolución de la política y, puntualmente, de la mujer en la política demuestra que estamos viviendo una transformación en los escenarios gubernamentales, donde las mujeres ya no son personajes secundarios, sino, protagonistas principales en el camino y porvenir de una nación.
Pero no obstante, según el Banco Mundial refiere que solo el 10% de los puestos de liderazgo en las empresas ocupan las mujeres. Esta brecha discriminatoria aún está latente dentro de las instituciones públicas y privadas, sin la intención de la generación de proyectos sustentables que permitan la inclusión de la mujer en sus competencias.
Sin duda, la presencia de la mujer en el poder, irrumpe con el estereotipo de que el liderazgo de una nación, puede ser y ha sido ejercido solo por el hombre, pero con el involucramiento de la mujer, se está perdiendo esa concepción lo que conlleva a una disputa por la equidad e igualdad de género, tomados como escenarios donde existen aún, varias instancias de lucha, y, en este caso, la tendencia está creciendo y los números van aumentando, lo que permitirá en gobiernos futuros contar con más mujeres en las esferas de la política mundial.
Fuente: Política Comunicada