Crisis y liderazgo político en tiempos de coronavirus

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Por José Manuel Urquijo

Las crisis nos definen, la forma como las enfrentamos nos marca.

La pandemia por el COVID 19 ha puesto a prueba los liderazgos políticos en todo el mundo. La reacción que han tenido los distintos mandatarios ante la crisis de salud mundial, ha demostrado de qué están hechos. Algunos Jefes de Estado han convertido este desafío en una oportunidad para refrendar su liderazgo político y su estilo de gobernar, lo que les ha generado un respiro o un problema en su Gobierno.

En Francia, por ejemplo, la popularidad de Emmanuel Macron aumentó 13 puntos para ubicarse con 51% de aceptación entre los franceses, su popularidad más alta después de 2018, de acuerdo con una encuesta de Harris Interactive; En Latinoamérica, Perú y Chile también han logrado aumentar el nivel de aprobación de su gobierno en las encuestas, debido a la rápida respuesta en medidas de contención del Coronavirus.

De igual manera el Presidente de Perú, Martín Vizcarra, elevó su apoyo hasta el 87%, mientras que Sebastián Piñeira en Chile, de contar con solo 9% de apoyo tras las protestas sociales, ha aumentado su popularidad a un 18% por su reacción ante la pandemia, según encuestas publicadas en sus respectivos países.

En Brasil, Jaír Bolsonaro no ha contado con la misma suerte. De acuerdo con la encuesta de Datafolha, un 35% de los encuestados considera que el desempeño del Presidente brasileño es óptimo o bueno, mientras que el 33% lo considera pésimo o malo y el 26% lo tacha de regular. En enero pasado el índice de aprobación personal de Bolsonaro se encontraba en 47.8% según otra encuesta de CNT/MDA.

En 1970, el politólogo norteamericano John Mueller ideó la expresión “Rally around the flag” (unirse en torno a la bandera), para conceptualizar y describir el momento en que un mandatario consigue el apoyo mayoritario de la ciudadanía para hacer frente a una situación complicada que vive el país. De acuerdo con Mueller, este fenómeno ocurre cuando convergen tres situaciones: debe ser un acontecimiento internacional; debe involucrar al presidente o la nación de manera directa, y debe ser un suceso dramático y muy específico.

La pandemia del COVID 19 cumple con estas tres características, por lo que todos los mandatarios tienen la oportunidad histórica para unir a sus ciudadanos en un solo frente: cooperar en unidad para prevenir y frenar los contagios y evitar, en la medida de lo posible, la mayor cantidad de muertes.

AMLO y la comunicación de crisis ante el Coronavirus

En México, sin embargo, la actuación del Presidente Andrés Manuel López Obrador no ha sido la mejor, y así lo demuestra el balance de aprobación presidencial que genera la encuesta de encuestas de Oraculus.mx, que indica una caída en la aprobación del Presidente a 58% (marzo 2020), cuando en febrero del año pasado contaba con un máximo histórico de 81%.

A pesar de haber establecido un equipo médico de especialistas de primer nivel, que todos los días informa, comunica, da seguimiento nacional e internacional a la crisis sanitaria y emite recomendaciones estratégicas, AMLO no ha utilizado su liderazgo y vasto apoyo social para generar un frente común que una a la población, a las autoridades estatales y a la iniciativa privada.

Por el contrario, desde el inicio de la contingencia, se observaron contradicciones entre las indicaciones médicas realizadas por el Dr. Hugo López Gatell, y las palabras o acciones del Presidente, lo que generó confusión en gran parte de la población, y llevó a que muchas instituciones públicas y privadas tomaran sus propias medidas. Lo mismo ocurrió con varios gobernadores que se anticiparon a las acciones que hoy está implementando el Gobierno Federal.

Entiendo que al minimizar la pandemia, en un principio, AMLO quiso enviar un mensaje de serenidad; entiendo también que ante la gravedad de las decisiones que se han tomado en otros países y las repercusiones económicas que se han registrado, puso sobre la mesa un dilema de extremos: crisis sanitaria vs crisis económica, y en ese sentido, trató de estirar la liga lo más que pudo, para evitar que la crisis económica llegara antes de que el país entrara a las fases 2 o 3 de la contingencia.

Lo anterior, no justifica los errores tácticos y de comunicación que cometió AMLO. No se trataba de elegir entre economía o salud. Se trataba de generar un punto medio en el que, utilizando su popularidad, credibilidad y confianza que genera en sus bases, –su gran capacidad para comunicar y “educar” a los ciudadanos que lo siguen–, explicara la gravedad de la crisis que se avecinaba; y al mismo tiempo, la preocupación por ese 56% de mexicanos que trabajan en el sector informal y que no pueden darse el lujo de refugiarse en sus hogares porque si no trabajan no comen.

En ese sentido, como escribió Mario Campos en twitter, es una tragedia que el Presidente que había sido considerado el mejor comunicador político en años, el de las frases pegajosas, el que logra meterse en nuestras conversaciones y formas de hablar, no haya usado su gran capacidad de comunicación para ayudar en tiempos de la pandemia.

El contexto actual le permite al Presidente hacer uso de sus habilidades de comunicación utilizando los nuevos símbolos como lavarse las manos, utilizar gel desinfectante, apelar a la sana distancia, “quedarse en casa” e incluso, utilizar cubre bocas; todas estas acciones

convertidas ya en los nuevos símbolos que comunican significados colectivos de salud y despiertan emociones que llevan a la acción para enfrentar el Coronavirus.

Liderazgo y gestión de crisis

De acuerdo con Steve Goldman, investigador del Massachusetts Institute of Technology, los líderes deben priorizar sus habilidades de la siguiente manera para gestionar una crisis: empatía e importancia 52%; compromiso 16%; expertis y competencia 16%, y honestidad y apertura 16%.

El especialista en gestión de crisis afirma que la gente necesita saber que al líder le importa la situación y los afectados para generar credibilidad en su audiencia. Al mismo tiempo, destaca que la comunicación no deberá inducir a la política, por el contrario, la acción política debe inducir a la comunicación.

En el mismo sentido coincide el director de Proyectos Latinoamericanos de la Universidad George Washington, Roberto Izurieta, quien considera que la comunicación debe ser el resultado del análisis de la información. Si la información es incorrecta, la interpretación será incorrecta y la estrategia será incorrecta, por consiguiente, los resultados también serán incorrectos.

En tiempos de crisis, además de poner a prueba su liderazgo, los líderes políticos y sus gobiernos también ponen a prueba su capacidad de gestión, y más allá de la popularidad circunstancial, están obligados a actuar con la mejor información que tengan a su disposición, con la objetividad y responsabilidad de salvar la mayor cantidad de vidas posibles y anteponiendo siempre la ética por encima de la popularidad.

López Obrador ha construido credibilidad basada en la confianza que genera en un gran sector de la población mexicana. Hoy tiene una cita con la historia, hoy tiene la gran responsabilidad de utilizar todo su liderazgo político, social y moral para liderar esta crisis con el menor costo social y político, porque en momentos críticos como el que vivimos, cuando se rompe la credibilidad, es muy difícil recuperarla.

Al final, las crisis terminan expresando la capacidad de gestión y liderazgo de los gobiernos, mandatarios y líderes políticos.

Fuente: gluc.mx